Video papel. Publicación Revista RAM

Video Papel: subversión de archivos audiovisuales de dominio público.

El año 2010 comencé a trabajar en un proyecto que tempranamente titulé Video papel. Más  que  configurarse  como  una  pieza  en  específico,  funcionaba  como  un  proceso de trabajo que consistía en: copiar videos de otros y transformarlos mediante el traspaso y el montaje. Lo que hacía era descargar videos de internet, descomponer estos videos en fotogramas, imprimir los fotogramas en papel roneo, intervenirlos, y finalmente digitalizarlos y remontarlos en video.

A partir de este proceso de trabajo, surgió la idea de hacer el cortometraje Video Papel: subversión de archivos audiovisuales de dominio público. Aquí, más allá de los traspasos digitales/análogos y la intervención gráfica de videos ajenos, la idea era investigar si en Chile existían acervos audiovisuales de domino público total, es decir, archivos que permitiesen hacer uso libre de sus películas –más allá de la mera reproducción–, que dieran la posibilidad de combinar sus imágenes con otras, cambiarles el sonido, remontarlas, alterarlas, descontextualizarlas, etc.

Así fue como llegué al Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile, les comenté que quería hacer un filme-ensayo que reflexionara sobre el uso contemporáneo de los archivos audiovisuales y el remontaje de imágenes, y que para ello, pretendía ocupar las imágenes de su archivo, a lo que accedieron sin problema. De la misma forma, me encontré con la plataforma Cinepata.cl, donde existían varias películas nacionales con Licencia Creative Commons, que permitían la realización de obras derivadas. Fue así, como me dediqué a recopilar videos de estos dos archivos y de otros que operaban bajo esa misma licencia.

El método de trabajo se dividió en tres partes: recopilación, clasificación y montaje. La fase de recopilación, consistió en la descarga y almacenaje indiscriminado de videos, lo que me permitió construir mi propio archivo, de imágenes ajenas. Paralelamente, fui cortando y clasificando secuencias de estos videos según criterios vagos, como: “personas fumando”, “texturas”, “tomas aéreas”, “fiestas”, “rostros”, “Mesas”, entre muchos otros. Fue a partir de esta clasificación antojadiza, como fui generando la estructura narrativa de la película. La idea era simple: generar grupos de imágenes según varias categorías y que éstas, durante el desarrollo, se fueran combinando y generando mini relatos, que a su vez, respondían a un relato más     grande.

Mientras trabajaba en este proyecto, tenía la fantasía de que existe una gran máquina cinematográfica que puede reproducir todas las imágenes del mundo al mismo tiempo, de manera frenética y veloz, y que de tanto funcionar, a ratos colapsa y permite visualizar imágenes que nunca habíamos visto, nuevos lugares, nuevos cuerpos, nuevos gestos.

En definitiva, el filme-ensayo Video Papel: subversión de archivos audiovisuales de dominio público, propone una reflexión en torno al uso de los archivos audiovisuales del pasado en la actualidad, atendiendo la dimensión siniestra y melancólica que implica su intervención y remontaje.

-¿Cómo llegas a Waldo Rojas y cómo se genera esa voz en off; el sentido a nivel teórico-plástico que te interesó explorar?

Este cortometraje siempre contempló una voz en off, uno de mis mayores deseos antes de empezar, era que existiera un narrador que hablara debajo de las imágenes. Desde niño me gusta ese formato, tiene una solemnidad que es muy atractiva, como que todo queda digerible y honorable si hay una voz de fondo. Uno de mis programas de TV preferidos de la infancia – y de ahora– es “Al Sur del Mundo”, más allá de los lugares y los animales que mostraban, me atraían las voces en off, escuchaba a Freddy Hube, Jaime Vadell o Roberto Poblete y entraba en un estado de hipnosis que desde hace tiempo quiero replicar.

También, antes de empezar este proyecto, estuve viviendo en Cuidad de México, estudiando un Master en Artes Visuales que finalicé con una tesis que se llama “El Mundo y la Mano: prácticas y estrategias archivísticas”. Ahí, me dediqué a leer varias cosas sobre archivos, atlas, imágenes y cine, y vi varios filme-ensayo de Harun Farocki, Alexander Kluge, Agnes Varda, Luis Ospina, entre otros. Entonces, el texto que escribí para la voz en off de Video Papel, proviene de esa investigación, principalmente de esta característica que tienen las imágenes de ser flexibles y resignificables al ser reproducidas en distintos contextos y medios.

Una vez escrito el texto, traté de conseguir una voz creíble. Supe que Waldo Rojas estaba en Chile (vive en París desde el exilio), le escribí y aceptó de inmediato. Fue un honor contar con él, es considerado uno de los mejores lectores de poesía, tiene una voz ilustrada y una pronunciación anárquica que funcionó perfecta para el proyecto, creo que se logró la solemnidad que estaba buscando.

-Sobre el diseño y la musicalización del corto.

La música de este proyecto la compuso Diego Aguirre, mi hermano. Llevamos trabajando juntos cerca de diez años, por lo que existe una buena comunicación al momento de mezclar imagen y sonido. El año 2008 hicimos juntos un montaje del “Archivo Zonaglo” de Gonzalo Millán (https://vimeo.com/167134568), y antes de eso, varios videos clips. También, mientras yo vivía en México (2009-2012) tuvimos un proyecto que se llamó “Sin Rebelión”, consistía en una conversación audiovisual que hacíamos una vez a la semana, tipo correspondencia.

Para Video Papel, el trabajo con la música fue bien tradicional. Diego, mientras yo hacía los primeros montajes de imágenes de archivo, fue generando una serie de piezas musicales influenciadas por las imágenes, también, compuso según sus inquietudes musicales de ese momento, sin referencias visuales. De esta forma, generamos un repertorio de piezas musicales que luego ocupé en el montaje final.

Asimismo, mientras Diego componía y grababa las piezas, yo fui sonorizando algunas imágenes, ahí el trabajo consistió en recrear los sonidos originales que tenían las películas, ocupando bibliotecas de audio. Lo que hice ahí fue tratar de profundizar y exaltar algunas secuencias de video mediante la reinvención de su sonido. Luego de tener una maqueta general, trabajé con un ingeniero que me ayudó a hacer el diseño sonoro y la mezcla final.

 -Cómo se gesta esa reducción de 30 minutos a la mitad. Pues para re-cortar casi a la mitad se requiere mucha convicción a raíz de algo.

La reedición del cortometraje respondió a un problema de circulación. La mayoría de las convocatorias que existen para este tipo de videos piden un máximo de 15 minutos de duración, entonces, para poder postular a un mayor número de instancias de exhibición decidí acortarlo a la mitad. Por otra parte, al resumir el cortometraje creo que funciona mejor como Ensayo Visual, entendiendo que este formato sería una extensión del ensayo escrito, fue una forma de precisar la reflexión que quería plantear. En concreto, lo que hice fue darle un mayor énfasis a la voz en off y por ende al texto, y ocupar las imágenes como un medio argumentativo de lo que se narra.

-¿Cómo podría o debería circular un corto con este enfoque (no convencional, es decir, no del todo narrativo, ni ficción, ni documental)? ¿Cómo ha sido tu experiencia con Video Papel?

Mi experiencia de exhibición ha sido variada. Hasta la fecha lo he presentado en cines universitarios y galerías de arte: en marcos académicos y artísticos. Hay una gran diferencia entre estas dos instancias, en la primera el cortometraje se ve sentado y de comienzo a fin, y en la segunda, de pie y a pedacitos. Creo que de las dos experiencias tienen lo suyo, puesto que se perciben las dos dimensiones que pueden tener este tipo de trabajos, una más teórica y otra más plástica.

Al trabajar con imágenes de archivo hay un aspecto que es relevante, que tiene que ver con la circulación y con el como son percibidas las imágenes. Más allá de la torsión o subversión que uno le quiera dar a las imágenes, no pierden su condición de documento, como pasa cuando uno ve un collage, está la posibilidad de ver el montaje completo, pero también está la pulsión por descifrar de dónde provienen cada una de las imágenes.

Entonces, aunque uno quiera subvertir las imágenes, muchas veces no se transforman en otra cosa, es ahí cuando la película desempeña un rol de difusión del archivo de procedencia, el cortometraje pierde autonomía y lo que interesa es la persona, lugar o cosa que aparece, no el discurso que uno propone. Para los espectadores es muy fácil bypasear la dimensión crítica de la película, asunto que me parece muy atractivo.

Creo que este tipo de trabajos puede circular en varios espacios, puesto que se establecen vínculos bien amplios, y se plantean problemas que pueden interesarle a las artes visuales, al cine, a la literatura, a la historiografía, etc. Existen festivales de Metraje Encontrado donde tienen una cabida absoluta, pero a su vez puede ser un espacio muy complaciente. La verdad no sé donde deberían circular estas películas, la respuestas más fácil es Internet.

Gonzalo Aguirre, Septiembre 2016.

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